En ese cifra, 23 choques consecutivos, se quedó el récord en ese sentido de la historia del club rojiblanco, por encima de la anterior marca, conseguida en el curso 1990-91 con el croata Tomislav Ivic como entrenador, y que había comenzado el pasado 15 de abril, con el triunfo (0-1) ante el Rayo en el estadio de Vallecas.
El 2-0 de hoy, además, rompió el imparable ritmo del Atlético en esta temporada, con trece triunfos seguidos en encuentros oficiales; un empate, en la primera jornada ante el Levante (1-1), y ningún partido perdido hasta su visita a Mestalla.
El Valencia tuvo muy pocas ocasiones de gol, pero las aprovechó a la perfección, mientras que el Atlético, que encerró a su rival en su área, no rentabilizó sus llegadas, que casi nunca fueron claras y abusaron de balones bombeados que Falcao no pudo aprovechar.
La primera parte fue intensa y sin concesiones, el Valencia se adueñó inicialmente del balón ante un Atlético bien asentado en defensa y aunque el equipo local hizo mejor fútbol que en partidos precedentes, sus aproximaciones a la meta del equipo madrileño fueron escasas.
Por contra, el Atlético buscaba sus opciones al contragolpe, pero la defensa del Valencia se mostró también más sobria que en anteriores partidos y no dió facilidades.
En ese escenario, la primera ocasión de gol llegó en una falta directa lanzada fuera por Falcao (14'), la segunda opción se produjo en la portería contraria: un magnífico pase del francés Rami acabó con un gran gol de Soldado (20') era la primera y fue la última vez que el Valencia llegó a la meta del belga Tibaut Courtois en el primer tiempo.
El partido llegó al descanso con una sucesión de faltas y protestas que provocaron la expulsión del técnico local, Mauricio Pellegrino (42').La segunda parte dió comienzo con menos ritmo que la primera, el Valencia especuló con la ventaja y al Atlético le tocó llevar la iniciativa, se empezó a jugar cada vez más cerca de la portería de Diego Alves.
El protagonismo del Atlético era notable en cuanto a elaboración de juego, pero no estaba acompañado de la creación de acciones de verdadero peligro, salvo en jugadas a balón parado. Además, a medida que avanzaba el partido, el Valencia empezó a soltarse y a aparecer, poco a poco, al contragolpe.
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