Un mal momento de Bravo en su debut azulgrana bajo los palos condujo al Barça de Luis Enrique
a su primera derrota, desde luego marcada por ese error terrible del
chileno en el minuto 80, cuando un balón muy parable le pasó entre las
manos. De otro modo, el equipo habría merecido empatar por lo menos ante
un Nápoli que sólo buscó -y encontró- el punto débil del Barça con acciones a la contra.
El Barça fue muy superior
al Napoli, que apenas había inquietado al meta Bravo hasta el afortunado
tanto de Dzemaili a falta de diez minutos para el final.
Curiosamente
fue el joven Munir el único jugador azulgrana que llevó peligro durante
la primera mitad. Cazó al espacio dos asistencias de Rakitic y de
Rafinha, pero en ninguna de las dos supo ganarle el mano a mano a
Cabral.
Ese fue todo el bagaje ofensivo del Barça en
el primer tiempo, aunque lo del Nápoli, que arrancó con ganas y se fue
diluyendo con el paso de los minutos, aún fue peor.
Un cabezazo de Hamsik a centro de Callejón fue la única ocasión del
conjunto italiano antes de llegar al descanso. El ajustado remate del
eslovaco, sirvió eso sí para que Bravo pudiera lucirse con un gran
parada en el partido de su estreno como portero azulgrana.
Tampoco
mejoró el Nápoli tras la reanudación, ni siquiera con la entrada de
Michu, su fichaje estrella de este verano, a los italianos se les ve aun
muy verdes y eso que en dos semanas se juegan media temporada en la
previa de la UEFA Champions League.
En cuanto al Barça, dos disparos de Pedro al inicio de la reanudación
dieron paso al rosario de cambios propio de cualquier partido de pretemporada.
Luis Enrique dio la alternativa a casi todas las jóvenes promesas del
filial en la última media hora y el equipo agradeció la revolución
porque, a partir de entonces, exhibió un fútbol algo más dinámico.
A
falta de continuidad, las acciones de un eléctrico Deulofeu distrajeron
al poco público presente en el Estadio de Ginebra hasta que llegó la jugada clave del partido.
Bravo,
que había tenido una segunda mitad de lo más plácida y hasta entonces
se había mostrado muy seguro con los pies, despejó mal un balón, que le
cayó a un recién ingresado Dzemaili.
El macedonio ejecutó con decisión un tiro seco y centrado desde treinta
metros que no llevaba peligro pero al chileno se le escapó de
las manos.
Un error fatal que acabaría en el único
gol del partido y que daría la victoria al Nápoli en un encuentro que
parecía destinado a acabar sin goles.
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