Cuando todo parecía concluido, en apenas un minuto, los 48 mil 11 asistentes al estadio Fonte Nova vivió dos ráfagas de emoción. Reza Ghoochannejad (82') descontó pero la alegría de Irán duró sesenta segundos con el tanto de Avdija Vrsajevic (83').
La selección de Irán había llegado a su última cita en
Salvador dispuesta a hacer el partido de su vida para llevarse los tres
puntos y esperar la ayuda de Argentina en el partido que a la misma hora
jugaba con Nigeria.
La historia no pesó esta vez del lado de los iraníes,
que en cinco encuentros pasados con los bosnios habían ganado cuatro
partidos y empatado el otro.
Dzeko puso en ventaja a Bosnia con un
remate a distancia que entró pegado a la cepa del vertical izquierdo sin
dar opciones para la reacción a Haghighi.
El tanto del jugador del Manchester City pareció la
respuesta contundente al seleccionador Safet Susic, que la víspera se
planteó dejarle en el banquillo.
Pero aun así, Dzeko se fue debiendo fútbol y goles del
Mundial que bien le hubieran venido al equipo del único país que
debutaba en el torneo.
Y cuando más presionaban los "Príncipes Persas", Pjanic
apareció para poner la guinda, aunque la posición del
centrocampista del Roma al momento de rematar sugiere que
estaba en fuera de lugar.
La intensidad del juego, dramático por la necesidad de
Irán de ganar para alcanzar la clasificación a los octavos y el
compromiso de los "Dragones" de no partir en blanco, trabó las acciones en
los primeros minutos pero después, con el primer gol, se hizo de ida y
vuelta.
Por estas mismas condiciones, un auténtico choque de
trenes se produjo entre Susic y Besic en la mitad de la cancha, la zona
donde es buscaba el control del balón.
Ambos centrocampistas quedaron regados por el césped, lo que provocó alarma en el banquillo del técnico Safet Susic.
Los pupilos del portugués Carlos Queiroz mantuvieron el pie en el fondo del acelerador y
Reza estrelló la brazuca, otra vez en el larguero ante el espanto de
Begovic.
En la siguiente descolgada, el portero mostró temple al
atravesarse a tiempo para neutralizar un avance, aunque la maniobra ya
estaba viciada por fuera de lugar.
La superioridad bosnia desalentó a los iraníes hasta que apareció Ghoochannejad para estremecer la red.
Fue una ilusión de un minuto pues Vrsajevic apagó
cualquier nuevo intento de rebelión y Bosnia, tarde comprendió que pudo
haber acompañado en octavos a Argentina con más méritos que los reunidos
hoy por Nigeria.
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