El Atlético hizo el partido que quería, defendió con un orden casi insuperable y tuvo opciones para ganar, las mismas que el Barcelona, al que la posesión de la pelota no le bastó para vencer en el Calderón. Le faltó profundidad contra un rival combativo, que convirtió el duelo en un enredo constante para el ataque azulgrana.
El conjunto madrileño cambió registros durante el duelo, del repliegue a la presión, de la presión al repliegue, siempre con la ocupación de espacios como una prioridad frente al talento rival.
Fue una batalla honesta por encima de todo, con dos
elencos convencidos de explotar sus armas, de vencer a través del estilo
que les ha encumbrado.
Aun sin Neymar y Messi, que ofrecían una estampa al filo de lo antinatural en el banquillo, la constante efervescencia de Pedro y la visión panorámica de Iniesta bastaban
para que la fiera rojiblanca pareciese amansada. Para Diego Simeone, el
problema no era tanto que su equipo tuviese que recular, situación de
juego que domina con eficacia; sino comprobar que Gerardo Martino había
aleccionado perfectamente a sus hombres en la vigilancia del contragolpe y la defensa de la estrategia.En ese partido no se sintió incómodo el Atlético, quizá demasiado atrás para combinar un buen contragolpe, ni el Barcelona sacó provecho de su dominio del primer tiempo. Hubo ocasiones para los dos, una jugada genial de Arda Turan, un par de remates de Diego Costa, un disparo -el primero del Barça a los 17 minutos- y un cabezazo de Pedro o un intento lejano de Piqué.
Al intermedio, con el partido por debajo de las expectativas en los primeros 45 minutos, todo estaba atascado en ese panorama, a la espera de algo más de ambos equipos, de una acción que alterara un duelo monótono, de un impulso del Atlético, siempre en busca de algún desmarque decisivo de Diego Costa, o de la eficacia del Barça.
Lejos de amedrentarse con la comparecencia del astro
argentino, el Atletico erguió la cabeza, la presión local volvió a surtir efecto,
a llevar inquietud al área de Víctor Valdés, siempre con el callejero
Arda acercando su chispa a la gasolina, el "Tata" reaccionó, sentó a Alexis y sacó a Neymar, tardó algo más en mover fichas el "Cholo", que prescindió de Villa para
dotar a su ataque de la potencia y el trabajo de Raúl García.
Por más que creciese la tensión, el encuentro se fue
quebrando con faltas e interrupciones a medida que se acercaba un final
al que nadie quería llegar en desventaja. Entre pausa y pausa emergieron
Arda Turan y Leo Messi, que obligaron a Valdés y Courtois a demostrar
su talla mundial. Al final, nadie ganó,
nadie perdió y la Liga sigue siendo cosa de dos, al menos por hoy, mañana, el Madrid tiene la palabra.
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