Después de su meritorio empate en Gijón contra la vigente campeona del mundo con un juego ultradefensivo, Finlandia afrontaba este partido cargada de moral y consciente de que debía ser mucho más ofensiva que contra España si quería llevarse los tres puntos.
Por su parte, Bielorrusia intentaba sorprender al contraataque con rápidas jugadas por las bandas y pases largos a sus hombres más adelantados que la defensa finlandesa, bien colocada, neutralizó sin demasiados problemas.
Sin embargo, a la media hora de juego Bielorrusia se hizo con el control del partido y atacó con cierto peligro, creando varias ocasiones que fueron desaprovechadas por Niakhaichik, sustituto del lesionado Balanovich, y Dragun.
Justo antes del descanso Bielorrusia tuvo la ocasión más clara de la primera mitad con un cabezazo de Dragun que se marchó lamiendo el larguero del arco finlandés.
Tras la reanudación, Finlandia salió más enchufada y no tardó en llevar de nuevo la iniciativa, fruto de ese dominio llegó el único gol del partido.
En el minuto 57, Roman Eremenko, el mejor del combinado finlandés, se internó por la banda derecha y centró al área, donde Pukki no pudo llegar al remate pero tocó la pelota lo justo para que le llegara a Hämäläinen, quien sólo tuvo que poner el pie para desviar el balón a las mallas.
Poco después, Pukki, autor del gol contra España, pudo meter el segundo de la noche, pero esta vez el portero visitante despejó a córner su remate desde el punto de penal.
Bielorrusia buscó el empate con ahínco mediante disparos lejanos y centros al área desde las bandas, mientras que Finlandia se replegó para defender el resultado y tratar de aumentar la ventaja en algún contraataque.
Ambos conjuntos tuvieron varias ocasiones claras casi al final del partido, sobre todo Finlandia, que falló un gol cantado en el tiempo añadido.
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