Fue empate (1-1) entre Catania y Palermo, en el clásico siciliano que ambos
protagonizaron en el estadio Massimino: un resultado determinado por los
tantos de Pablo Barrientos (69') y Josip Ilicic (90') y que lo deja a los azulgrana
novenos, ahora con 48 puntos, mientras que les permite a los rosanegros
seguir antepenúltimos junto a Genoa, ambos con 29 unidades y los dos a
una sola distancia desde el umbral de la permanencia.
El clásico nos mostró lo mejor y lo peor que tiene el fútbol, porque
si bien no fue un partido muy bien jugado regaló emociones, sorpresas y
un final increíble con un empate el último respiro, pero también
demasiados nervios y una pelea al final simplemente vergonzosa.
El primer tiempo estuvo bastante equilibrado,
con el trámite que se desarrolló especialmente en la zona central de la
cancha y un par de buenas ocasiones por cada equipo.
Sorrentino tuvo que sacarle un gran tiro libre a Lodi, antes de que
Andujar evitara el 1 a 0 saliendo muy bien abajo, para contrastar la
entrada a toda velocidad de Ilicic, despues, Almirón rozó la ventaja,
pero su desviación de rastró salió por arriba de la horizontal.
Todos se esperaban un complemento muy parecido, con un Palermo
algo más ofensivo por su gran necesidad de sumar puntos; en cambio,
en los segundos 45 minutos estuvo mejor Catania, que jugó y creó más y
al 24' concretó su supremacía, leve pero presente, con un zurdazo
mordido de Barrientos que pegó en el palo a su derecha y se fue a dormir
en el fondo de la red.
La visita estuvo cerca de igualar enseguida después, pero Ilicic
desaprovechó la buena ocasión disparando afuera desde excelente
posición, los azulgrana
regresaron a controlar el juego y casi liquidaban el trámite, primero
con un derechazo de Bergessio bien neutralizado por Sorrentino y,
sucesivamente, con un disparo de Legrottaglie apenas demasiado
esquinado.
El 2 a 0 no llegó pero de todas maneras el partido parecía destinado
al triunfo local, pero superados
ya los cuatro minutos que el referí había indicado,
Sorrentino metió al área un balón desde su propia mitad de la cancha,
Hernández alargó de cabeza como pudo y el esférico le quedó ahí a
Ilicic, hábil en llegar antes que todos y mandarla a guardar.
El empate "destapó" los nervios de los muchachos de Marán,
evidentemente ya seguros del triunfo, y en la cancha se armó una
tremenda pelea, que le costó la roja a Andujar con el partido ya
terminado.
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