En el estadio Olímpico de esta capital, con goles de Stefan Radu (29') y
Senad Lulic (35'), Lazio le ganó a Pescara por 2 a 0 en uno de los partidos de
la vigésimo sexta jornada de la Serie A.
De esta manera, el Águila suma 47 unidades y se ubica en soledad en
el tercer escalón de la clasificación, a dos distancias del
Milan, mientras que el conjunto de Bergodi se quedó con 21 puntos y
sigue antepenúltimo junto a Siena, en plena zona de descenso.
El local fue mucho más y la sensación,
bastante clara, fue que sobre el césped se enfrentaron dos equipos de
categoría diferente; no por nada Pescara es uno de los mayores
candidatos al descenso y ya parece totalmente condenado, mientras que
Lazio se juega un puesto en Champions.
Desde el inicio el dominio capitalino fue total, mérito de la
inteligente y paciente impostación del equipo de Petkovic, que
consciente de los límites de su adversario planteó un partido de orden,
atención y gran solidez, aplastando a la visita con todo el peso de su
experiencia y esperando las ocasiones justas para lastimar.
El primero fue de Radu, quien al final de una jugada de su
equipo recibió un pase hacia atrás de Lulic y, parado a unos pasos
afuera del área, a mitad entre el vértice izquierdo y la media luna, le
pegó de primera intención con la zurda sacando de la galera un misil
inatajable, que se colocó a lado del primer palo.
Iban 28 minutos y seis más tarde llegó el 2 a 0: Celik perdió un
balón con un control horrible cerca del círculo central, Hernánes tocó
para Lulic y el bosnio protagonizó una corrida de 30 metros
impresionante, empezando algo por izquierda para llegar a
rematar desde posición bastante central desde más o menos 20 metros: el
derechazo fue poderoso y quirúrgico, porque astilló la parte baja del
travesaño a la derecha del pobre Pelizzoli antes de dormirse al fondo de
la red.
Pescara prácticamente nunca se vió, asomándose apenas con
un disparo desviado al arco al décimo minuto y un remate afuera a la
media hora y pico, por lo demás, realmente nada, con el equipo que
fatigaba hasta a superar la media cancha con pelota dominada, culpa
especialmente de una delantera incapaz de aguantar el esférico arriba,
como en ocasión del 2 a 0 local.
En lo que quedó del primer tiempo y, en general, de todo el partido,
los capitalinos controlaron con gran eficacia, sin concederle ni un
disparo al Delfino, ya totalmente rendido y desmoralizado, y creando
alguna clara ocasión para aumentar aún más la ventaja.
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