El Espanyol sentenció los 16vos de la Copa del Rey ante el Alavés, de
Segunda División, con un tanto de Jairo (65'), aunque el
choque, trabado y en un Power Stadium casi vacío, nunca dio señales de
generar sorpresas, con el anfitrión bien posicionado y el rival sin
ocasiones claras.
La necesidad del equipo vitoriano tras el
0-2 de la ida le obligó a buscar el gol desde el principio, sin tiempo
para las especulaciones.
El Espanyol,
por su parte, apostó por ir a por el partido, aunque sin excesivos
riesgos con un once lleno de futbolistas sin minutos en la Liga,
buscaba la contra para rematar la eliminatoria y dispuso de varias
opciones para hacerlo, como una jugada individual de Stuani, el uruguayo
falló en el último recorte ante Einar.
La insistencia
visitante era destacable, aunque no tenía apenas premio sus llegadas se
traducían en disparos lejanos y córneres, mientras que el anfitrión
controlaba el ritmo sin problemas, incluso celebró, hasta que lo
anularon, un gol de Héctor Moreno. Al llegar al descanso parecía muy
improbable la remontada del Alavés.
Las sensaciones no
cambiaron en la reanudación, el Espanyol estaba bien posicionado y el
rival no encontraba la forma de sorprender con claridad a Pau López, que
mostró autoridad en las pocas intervenciones que protagonizó.
El
guión se repetía constantemente: buena defensa blanquiazul ante un
rival inofensivo, probó Tejera desde fuera del área, su disparo se fue desviado por encima del larguero. Normalmente, las
tareas de contención locales suponían una contra, aunque tampoco estaban
muy certeros arriba los de Sergio González.
Un escenario
monótono para los poco más de 5.000 espectadores del Power8 Stadium de
todos modos, el estreno de Jairo como goleador desactivó el
aburrimiento. El joven delantero, con ficha del filial, conectó con la
cabeza un centro de Montañés desde la izquierda, la
defensa del Alavés no estuvo atenta y encajó el 1-0.
El
Espanyol, lejos de amarrar el resultado, siguió apretando al contrario:
Stuani y Lanzarote estuvieron muy activos, la eliminatoria ya estaba
superada y los de Alberto López permanecían atascados, con menos moral y
menos físico para dar la campanada en Cornellá-El Prat.
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