El mexicano Javier Aguirre diseñó para el Calderón un dibujo con las líneas adelantadas y una buena presión al rival desde el medio campo en adelante.
Lo acusó el Atlético de Simeone, que alineó al belga
Toby Alderweireld en el centro de la defensa por la sanción del
brasileño Miranda, al argentino José Sosa y al portugués Tiago Mendes en
lugar de Koke Resurrección y del suspendido Mario Suárez en el centro
del campo, y a David Villa en la posición de Raúl García.
Sufrieron los locales la concentración del Espanyol, que
movía bien el esférico en los tres cuartos de campo, donde el uruguayo
Christian Stuani y los portugueses Simao Sabrosa y Pizzi, dos ex
atléticos, fueron un buen apoyo de Sergio García. Stuani pudo adelantar a los suyos muy pronto, después de una pérdida de balón de Gabi Fernández, y el propio Sergio García, mediada la primera mitad, con un bonito disparo dentro del área que repelió con brillantez Courtois.
No era el partido de Atlético, que
padecía para sacar el balón jugado desde atrás, y que volcó su ataque en
la primera parte por la banda izquierda, a la que se cambió Sosa para
desde allí servir sus envenenados centros.Pero no sufría el Espanyol más de la cuenta, ni tampoco cuando el público reclamó un posible penal de Juan Fuentes a Diego Costa, o cuando el hispano brasileño intentó repetir el remate que ocasionó el primer gol ante el Milán, no se descomponían los hombres de Javier Aguirre y no aparecía en exceso Diego Costa, al que su equipo había echado en falta en la primera mitad.
El tanto se dió a poco de iniciarse la segunda mitad, Villa le puso un balón en profundidad y Costa arrancó con su ímpetu característico en busca de Casilla, se plantó ante él y le batió en su salida.
El tanto despertó a la grada y a los jugadores del
Atlético, especialmente al propio Costa, que había firmado su vigésimo
segundo tanto en liga y su trigésimo de la campaña, pero quería
más y lo buscó con ahínco en medio de un partido de ida y vuelta en el
que el Espanyol nunca arrojó la toalla e hizo sufrir al Calderón.
Porque sabía el Atlético que la victoria era
imprescindible para seguir agarrado a la lucha por el título. Instintivamente, el equipo guarda como
un tesoro las ventajas que adquiere, así se empleó en los últimos veinte
minutos, en los que el Espanyol muy cerca estuvo del empate.
Porque retrocedió mucho el Atlético y se olvidó del
balón, se quedaron sus hombres mirando al enemigo y se temió por la
igualdad. A punto estuvo de lograrla David López y cada incursión del
colombiano John Córdoba creaba mucho peligro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario