El Sevilla se reencontró con el triunfo
liguero fuera de casa y derrotó al Espanyol 1-3, diez minutos de rabia
le bastaron al equipo de Emery para descolocar a los de Aguirre, y Cornellà asistió a una nueva decepción.
Masacró el Sevilla al Espanyol por la vía rápida en la primera mitad y
le sentenció en la segunda, las urgencias con que se presentaban ambos equipos al duelo se dejaron
sentir mucho más en la ambición desmedida de los andaluces en su
presentación al partido. Mientras el Espanyol le tomaba las medidas al
campo, el Sevilla se lanzaba en una ofensiva indisimulada y a los dos
minutos el vuelo de Fazio (3') retrató a Sidnei para dar forma a sus ganas, el 0-1, lejos de despertar a los blanquiazules, los desconcentró.
Sorprendidos ante la avalancha, los jugadores locales eran un manojo de
nervios, incapaces de tomar las riendas y a merced de un rival que
golpeó poco después, cuando Vitolo (10') recogió desmarcado un mal rechazo
para con toda la parsimonia acomodarse el balón y sorprender con una
rosca excepcional. El Espanyol buscó la resurrección y dio un
paso a través de la rabia que personalizó Sergio García (23') con el descuento, aunque ya se adivinaba en ese momento que el argumento
blanquiazul no se sostenía.
Después de haber logrado apenas cinco empates en los últimos 21 partidos
de Liga disputados fuera del Sánchez Pizjuán, el Sevilla tenía plena conciencia de lo que se jugaba en
Cornellà-El Prat.
Así que tras enfriar el juego en la parte final del primer tiempo se
esmeró en cerrar el partido al inicio del segundo. Retomó el control, se
adueñó del centro del campo y antes de llegarse al cuarto de hora
machacó a través de una excepcional contra de Bacca (58'), quien corrió 40
metros, retrató a Fuentes en la carrera y dejó clavado e impotente a
Kiko Casilla, con el 1-3 y toda la artillería en el campo, el Espanyol se mostró como
un ejército sin general, nadie ordenaba las ideas y
el derrumbe final se adivinó rápido inevitable.
Con una victoria en los últimos ocho partidos, habiendo sumado cuatro de
los 24 puntos en juego, el Espanyol alcanza este nuevo parón liguero
entre la duda y la depresión.
Al equipo de Aguirre nadie le podrá negar la perseverancia y entrega,
pero con ello se demuestra que no alcanza, y echando una ojeada a la
clasificación no es arriesgado aventurar que el futuro se escribirá
desde el sufrimiento para este Espanyol.
El Sevilla, que rompió una racha de 14 meses sin ganar como visitante,
desnudó sus miserias y mostró sus limitaciones, n
o es extraña la
desesperación de una afición deprimida ante lo que se avecina.
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