En el Real Madrid, los jugadores fueron fieles a la historia y se entregaron al máximo. José Mourinho optó por desmarcarse de una campaña que creó un ambiente mágico en el Santiago Bernabéu, el técnico portugués optó por hablar de fútbol.
A la heroica, el Real Madrid destapó el mejor juego de la temporada, pero los alemanes siempre fueron superiores, la necesidad de golear dejaba a Mourinho con la obligación de inventar algo nuevo y su apuesta fue el toque.
Lewandowski tuvo dos oportunidades en un solo minuto, la primera remató mal por un bote extraño, tras el pase de la muerte de Blaszczykowski, la segunda la culminó en carrera con un disparo violento que repelió el travesaño, los nervios comenzaban a apoderarse del ambiente. Higuain dejó su puesto a Benzema, entró también Kaká buscando recuperar el dinamismo, Xabi Alonso estuvo desaparecido, el Madrid perdía la batalla del centro del campo y Diego López tuvo que salvarlo con un paradón a Gundogan, que tenía la portería para marcar a placer y se topó con la estirada del portero gallego.
A falta de ocho minutos para el final, Özil vió la carrera de Modric, que asistió a Benzema (83'), fué la resurrección blanca, el Madrid acabó encerrando a su rival, buscando a la desesperada el pase a la final y lo rozó, Sergio Ramos dejó dos testarazos y al tercer intento, metió un zurdazo a la red que dejaba todo a falta de un gol en los cinco minutos de tiempo añadido, el Borussia mató el partido y el Real Madrid chocó contra el muro alemán para morir de nuevo en la orilla.
La "décima" tendrá que esperar, quizá ya sin Mourinho, que llevaba razón cuando en los primeros pasos del torneo señaló al conjunto de Dortmund como un candidato al título.
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