En el estadio Azteca el "Tri" quiso humillar y salió
humillado, empató con la selección de Jamaica (0-0) en el papel más pobre del Hexagonal.
"Jamaica, Jamaica, Jamaica", va a retumbar en la historia de este
recinto. La Jamaica que llegó con etiqueta de víctima,
para la apuesta de la Selección en casa, donde se exige que no sólo
sometan al rival, sino lo humillen, quedó atrás, debería agradecerse la
inocencia jamaicana, porque si fuera un equipo de primer mundo y hubiera
aprovechado sus claras opciones de gol, esta noche comenzaría el
"cataclismo" tricolor.
La historia en el Azteca se
escribe con recordatorios del pasado y presente, con el toque demás, el
disparo cercano, el tiro rebotado o el alarido que se pierde al ver que
México llega, llega y llega y regularmente falla.
No es
nuevo que los equipos rivales jueguen atrás para no llevarse una
goleada, tampoco que México dominó a placer de principio a fin, Ricketts
salvó una que se gritaba como gol y Ryan Johnson era la vela caribeña
buscando un milagroso gol es otra historia, México sigue con la
cuenta pendiente y no es de esta noche por los abucheos, sino de décadas
de desconfianza a la hora de "matar".
Abrir con dos
volantes (Salcido-Herrera) y dejarle la generación de juego a Giovani
dos Santos y Andrés Guardado es una buena apuesta, pero cuando dos
juegan y el ataque no entiende a qué, lo único que se frustran son
goles y esperanza de los aficionados, que veían en Jamaica al "patito
feo" del Hexagonal al que había que meterle no menos de tres y
resultaron con ninguno.
El delantero Ryan Johnson es tan malo, que en los dos mano a mano
contra Corona, pateó más como defensa central que como un delantero
sanguinario que va a matar al "Goliat" de la Concacaf.
Nadie
duda que México va a mejorar, que se llevará uno de los tres boletos
que ofrece la zona, pero es un hecho que cada ciclo mundialista se
repite la historia: Un equipo de primer nivel que juega de tercera y eso
la afición lo reprobó con sus abucheos.
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