Igual que hizo el lunes ante el Valladolid, el Deportivo comenzó el encuentro demostrando haberse propuesto buscar la victoria, pero por mucho que los de Oltra mirasen al frente cuando tenían la pelota, carecen de la confianza que sólo brindan los resultados positivos.
Entre nervios e imprecisiones, Simão (30') encontró el gol en una jugada extraña, Wakaso colgó desde la derecha el segundo balón tras un córner y Germán Lux abandonó su arco para intentar despejar, al final, con el guardameta argentino descolocado, la pelota aterrizó en la frente de aquel futbolista apartado por Pochettino y ahora nuevamente explotado por Javier Aguirre, un 1-0 que suponía toda una puñalada para los visitantes, por sentir como injusto el resultado, inamovible antes del intermedio pese a su palpable desesperación.
El conjunto local conocía el valor de su ventaja y priorizó conservarla en el segundo período, no importaba que el Deportivo la tuviese, ni siquiera que avanzase algunos metros hacia los dominios de Casilla, la falta de ideas y frescura de los hombres de Oltra contribuía a que la defensa del Espanyol viviese tranquila, sin demasiados sustos pese a la voluntad que derrochaban Bruno Gama y Pizzi.
El choque terminó roto, con el Dépor desquiciado rezando por un milagro y el Espanyol cada vez más cómodo con los espacios cedidos por los gallegos, la tuvo Nélson Oliveira, en un remate cruzado que sacó rozándola Casilla; pero segundos más tarde, sentenció un '9' pretendido por Lendoiro en verano, Stuani (88'), el uruguayo recogió un balón perdido en la frontal y se volteó con soltura antes de machacar sin piedad a los que a punto estuvieron de ser sus compañeros.
El oxígeno que inhala el Espanyol, con seis puntos de doce en la "era Aguirre", es el que le falta a un Deportivo que parece navegar rumbo a la perdición.
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