Arrancó
mejor el conjunto bahiense, tal vez por no tener que proponer y
aprovechando la ansiedad local. Con criterio, se adueñó del mediocampo y
se mostró sólido atrás, eso le bastó para controlar durante gran parte
de la primera etapa a un rival predispuesto pero deslucido, Olimpo
prácticamente no generó situaciones, pero tuvo la pelota de principio a
fin y así y todo pudo haberse ido al descanso en deventaja, si es que
Braña tenía un poco más de suerte en su disparo a los 37 minutos, la
pelota la desvió Champagne y luego dio en el palo, en el rebote, Caneo,
ya fuera de juego, la tiró por arriba del travesaño.
Tras
el descanso, la tendencia del partido se sostuvo, se acentuó
tras el gol del combativo Valencia (gran esfuerzo personal y
definición cruzada) porque Quilmes perdió la cabeza y el Aurinegro hizo
lo que mejor sabe hacer: esperar de contra. Ni siquiera tuvo chances
claras el Cervecero.
Los cambios de Caruso no funcionaron y el desgaste
físico valió de poco, la historia estaba decretada desde mucho antes.
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