El partido, que dió al club blanquirrojo su 26ª copa, no fue brillante y además tuvo polémica, ya que el Asteras reclamó al menos dos penales.

La final de Copa de Grecia era además un duelo con claro sabor latino, pues en el banquillo del equipo tripolitano se sienta, como adjunto el también español Rubén Sellés, y en su plantel hay numerosos jugadores españoles y argentinos.
El duelo comenzó con el Olympiacos ejerciendo su papel de líder y dominando en ataque, pero las primeras ocasiones de verdadero peligro llegaron de la mano del Asteras cuando el argentino De Blassis, solo en el área, cabeceó un córner que sólo salvó una mano milagrosa del portero norirlandés Carroll.
Pocos minutos después, Carroll volvió a detener una internada del equipo de Trípoli, pero el balón quedó suelto en el área y el español Rubén Rayos, ante la pasividad de la defensa del Olympiacos, lo envió al fondo de las mallas.
El Olympiacos, a pesar del espesor que dominaba su juego, finalmente consiguió sobreponerse y tuvo que ser también gracias a un español, David Fuster, que incorporándose desde atrás remató un centro desde la altura del punto de penal para poner el empate en el marcador.
Mientras, en la grada se disputaba una guerra diversa por la nefasta costumbre de los hinchas griegos de pasarse el partido encendiendo bengalas y lanzando atronadores petardos.
Con algunos cambios el Olympiacos ganó potencia ofensiva y, hacia el final del tiempo reglamentario, a punto estuvo de adelantarse gracias a un par de ocasiones. Por si fuera poco a Míchel se le lesionó uno de sus defensas, Holevas, pero a falta de cambios y dado lo igualado del partido, le hicieron seguir en el campo, doliéndose, cojeando y con toda la prórroga por delante, porque el tiempo reglamentario concluyó en empate.
A pesar de todo, el Olympiacos salió convencido de que debía rematar el partido en cuanto pudiese y se echó arriba con todo su armamento, la táctica dio sus frutos y un saque de córner bien rematado por Fuster pero repelido por el portero del Asteras fue aprovechado por Djebbour para poner el 1-2, Míchel por fin sonreía en la banca.
El final del partido fue tremendamente polémico: los jugadores del Asteras reclamaron un penal
por derribo de uno de sus jugadores en el área, que el árbitro no señaló, aunque sí lo hizo en la siguiente jugada, pero a favor del Olympiacos.
Abdoun marcó la pena máxima y sentenció el partido, que terminó enseguida con un enfrentamiento entre jugadores de ambos equipos y los seguidores del Asteras arrojando al campo todo lo que tenían a mano.
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